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De paseo por Augusta Emerita, en el Imperio Romano


¡Esos benditos romanos! Que maravillas nos dejaron a lo largo de Europa después de tantos años de conquistas y expansión de su Imperio. Y en la ciudad de Mérida, en Extremadura, España, podemos maravillarnos de sus grandes construcciones sin necesidad de ir hasta Roma.


Mérida era la Emerita Augusta del Imperio Romano, capital de la provincia de Lusitania, una de las que conformaban Hispania. Fue fundada como colonia romana en el año 25 a. C. por orden del emperador Octavio Augusto para servir de retiro a los soldados veteranos (eméritos) de las legiones V y X tras las victorias frente los cántabros en el norte de la Península.


Por su ubicación cercana al río Guadiana y por ser un nudo esencial de las comunicaciones de la época con otras ciudades de Hispania, Mérida se convirtió en un destacado centro jurídico, económico, militar y cultural del Imperio. Tras las invasiones bárbaras, a partir del siglo V d. C., Mérida siguió siendo un importante enclave y llegó a ser capital de todo el Reino Visigodo de Hispania en el siglo VI. En el año 713 la ciudad cayó en manos musulmanas, en las que permaneció hasta su reconquista por los cristianos en 1230.


En la ciudad fueron levantados los grandes edificios que caracterizaban cualquier urbe romana, muchos de los cuales se han conservado hasta nuestros días, lo que permite a nosotros los viajeros admirar lo maravilloso que fue ese período de la historia de la península Ibérica.


La ciudad es pequeña y se recorre tranquilamente a pie en uno o dos días. Nosotros le dedicamos un día completo de nuestra ruta por Extremadura, pero me hubiese quedado un día más tranquilamente porque es muy bonita y tiene mucho que ver.


Nuestro paseo empezó en el Puente Romano sobre el río Guadiana. Los romanos llamaban a este río Anas, pero los musulmanes durante la ocupación añadieron el prefijo Guad, que significa río en árabe. Este puente es de lo más largos de su época y estaba situado en un lugar estratégico para la ciudad. Se ha conservado prácticamente original hasta nuestros días, con algunas reformas a través de los siglos, incluso hasta hace poco seguía sirviendo para el tráfico de vehículos así que imagínense la perfección de las construcciones romanas. En esa zona también se conservan incluso más de 200 m de la muralla romana que fue construida al fundarse la ciudad, así como restos de la calzada romana que entraba a la ciudad.


Cerca del Puente Romano nos encontramos con la Alcazaba. Mérida fue conquistada por Muza en el 713 y la Alcazaba fue levantada a mediados del año 835. Es la única edificación árabe que se conserva en Mérida y sirve como Sede de la Presidencia de la Junta de Extremadura.


No entramos a la Alcazaba por falta de tiempo, a pesar de que todas las guía que leí lo recomiendan. Seguimos nuestro camino ya en dirección a la Plaza de España donde se encuentra la Concatedral de Mérida, que según algunos investigadores se levanta sobre una iglesia visigoda. Fue reconstruida tras la reconquista por lo que el edificio actual está datado en el siglo XIII.


Muy cerca de allí también está el Arco de Trajano, formado por grandes bloques de granito y con una altura de unos 15 metros. Estaba situado en el Kardo Maximus, la vía principal de Emerita Augusta que atravesaba la ciudad.



En esta Plaza nosotros aprovechamos para descansar y almorzar, ya que hay muchos bares con terrazas sobre la plaza, de esta manera repusimos fuerzas para dedicar la tarde a visitar la zona del Teatro Romano. Hacia allí nos dirigimos encontrándonos por el camino el edificio conocido como Templo de Diana, del año 1 d.C. El nombre actual le fue asignado por error en el siglo XVII y se ha mantenido hasta nuestros días. En la época romana este templo era donde transcurría la vida política de los ciudadanos romanos.


Y poco a poco, paseando, llegamos a la joya de los monumentos de Mérida: el Teatro Romano, rodeado por los otros edificios romanos que estaban dedicados al entretenimiento del pueblo: el Anfiteatro y el Circo.


La entrada al recinto del Teatro y Anfiteatro romanos se encuentra en el vestíbulo del Museo Nacional de Arte Romano, donde se compran las entradas y hay una tienda de recuerdos. El Museo tiene una extensa colección de los hallazgos efectuados en las sucesivas excavaciones de la zona.


Y entramos. La ruta del Teatro y del Anfiteatro ha sido organizada de manera que entras y vas haciendo el recorrido de forma ordenada, abarcando todo lo que hay que ver.


Primero llegas al Anfiteatro, construido en al año 8 a.C. y que era el lugar donde se celebraban las famosas luchas de los gladiadores entre ellos o contra alguna fiera. Este festejo era el más popular entre el pueblo llano. El edificio cuenta con una zona de arena central y unas gradas a su alrededor que permitían la asistencia de hasta 14.000 personas divididas en tres partes, al igual que otras construcciones de la época, en función de las clases sociales. Puedes acceder a la zona de la arena por la misma entrada que usaban los gladiadores.



Nos llamó mucho la atención como en las gradas se aprecia el cemento que usaban los romanos en sus construcciones, una mezcla de elementos que como vemos se ha comprobado su resistencia con el paso de los siglos, y que aún hoy en día no se ha podido dar con su composición exacta.


Siguiendo el recorrido, llegas al famoso Teatro Romano de Mérida, donde aún hoy en día se celebran presentaciones.


Fue construido bajo el patrocinio de Agripa, yerno de Augusto, según una fecha inscrita en el propio teatro, su inauguración se produjo hacia los años 16-15 a. C. Tenía capacidad para albergar a unos 6.000 espectadores sentados, lo que lo hace uno de los más grande del imperio romano. Casi toda la estructura es de mármol y destacan en el escenario dos cuerpos de columnas corintias y esculturas entre ellas. Se abren tres puertas, una central llamada valva regia y dos laterales llamadas valvae hospitalia. La acústica es impresionante y muchos turistas con buena voz se atreven a cantar.



En el s. IV d.C., con la llegada de los visigodos, la caída del Imperio romano y la oficialización de la religión cristiana, el teatro fue abandonado ya que los cristianos consideraban inmorales las representaciones teatrales. El edificio fue cubierto de tierra y durante siglos su única parte visible fue la summa cavea, las gradas superiores, que fueron bautizadas por los emeritenses «Las Siete Sillas». Miren esta foto que conseguí que curioso:

Fotografía del teatro romano de Mérida antes de su excavación, tomada por J. Laurent hacia 1867. Solo son visibles las ruinas de la summa cavea, llamadas popularmente «Las siete sillas».



Las excavaciones arqueológicas en el edificio comenzaron en 1910 y su reconstrucción parcial en 1962. Es considerado desde el año 2007 uno de los 12 tesoros de España. Todos los año allí se celebra el Festival de Teatro Clásico de Mérida, por si les cuadran las fechas.


Estuvimos bastante rato paseando por el Teatro y su parte posterior donde está la Casa del Teatro, que servía para los actores, también muy bien conservada y unos jardines con esculturas y restos arqueológicos.


Desde allí regresamos a recoger nuestro vehículo para el resto de la visita a los monumentos de la ciudad, pero también puedes seguir caminando, aunque es un poco más lejos.

Así, pasamos por el Circo Romano que por sus grandes dimensiones fue ubicado fuera del recinto amurallado. Con capacidad para 30.000 personas, sus más de cuatrocientos metros de longitud y 100 de anchura, era el lugar preferido de los habitantes de Augusta Emerita para las carreras de carretas y caballos. Actualmente la mayor parte de la gradería está derrumbada.



Seguimos hasta la Basílica de Santa Eulalia, un auténtico tesoro desde el punto de vista cultural e histórico. En 1990 se llevó a cabo una investigación arqueológica que reveló la evolución histórica del edificio. El lugar estuvo ocupado por casas romanas desde la fundación de Emerita Augusta hasta el siglo III. Luego, según los investigadores, fue el primer templo cristiano erigido en Hispania tras la Paz del Emperador Constantino, y partir del siglo IV se utiliza como necrópolis cristiana hasta que se construye una basílica dedicada a la mártir Eulalia en el siglo V. La llegada de los musulmanes en el siglo IX hizo que la comunidad cristiana migrara a la ciudad de Badajoz, con lo que la basílica fue abandonada hasta la reconquista de Mérida. La basílica fue reconstruida a comienzos del siglo XIII, dando lugar a la iglesia actual. La cripta de la basílica es visitable y se pueden observar los diferentes estratos o niveles históricos. Frente a la iglesia se encuentra el llamado Hornito de Santa Eulalia, una pequeña capilla que utiliza piezas que pertenecieron a un templo romano dedicado a Marte y que según la tradición se levanta en el lugar en que fe martirizada la santa. Fue centro de peregrinaciones lo largo de los siglos.



Y terminamos nuestro maravilloso día acercándonos al Acueducto de los Milagros. Ubicado en el río Albarregas, constituía el último tramo de la canalización que conducía el agua desde el embalse de Proserpina, a unos 6 km, hasta Emerita Augusta. El Acueducto de los Milagros tenía unos 850 metros de arcadas y una altura máxima de 25 metros, una verdadera obra de ingeniería. Se construyó a finales del siglo I a.C. Recibe este nombre porque es un verdadero milagro que se haya conservado hasta nuestros días.


Mérida fue una ciudad que nos gustó mucho, como todas las ciudades que visitamos en Extremadura, la gente es encantadora, amable, y les gusta mucho presumir de sus bellos monumentos a los que consideran de la “familia”. Se come riquísimo y el vino es fabuloso. Ya lo sabes, si piensas ir a España algún día no dudes en incluir esta región en tu itinerario, no te defraudará. Yo, ya estoy deseando volver.

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