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¿Haces escala de tu vuelo en Panamá?: Escapada para conocer lo mejor de la ciudad


Nos tocó hacer una escala larga en el Aeropuerto Internacional de Tocumen en la Ciudad de Panamá y cómo eran varias horas, aprovechamos para hacer una escapa para conocer la ciudad, así que antes de ir preparé una ruta con lo más interesante que ver en ese tiempo. Yo, que soy muy esplendida, te la comparto para que la tengas a mano si te ves en la misma situación.


Primero que nada, tienes que asegurarte que no necesitas visa para entrar al país, y el tiempo necesario, una escala es de más de cinco horas. Nosotros dejamos el equipaje en consignación en el mismo aeropuerto (pasillo principal) y alquilamos un vehículo pequeño. Algunos taxis ofrecen hacer todo el recorrido por la ciudad por una suma única. También es bueno que sepas que están construyendo una línea de metro que unirá el centro de la ciudad y el aeropuerto, lo que hará mucho más fáciles estas visitas dado el tráfico que tiene este aeropuerto y que cada vez son más los visitantes que aprovechan para salir y conocer, sobre todo el Canal de Panamá. Otro consejo, asegúrate de revisar bien los horarios para preparar tu recorrido.





Un poco de historia (como siempre)


El istmo de Panamá, en su vertiente Atlántica, fue visitado por primera vez por los conquistadores españoles en el año 1501, y por Colón en su cuarto viaje en 1502, cuando llegó a una bahía que por su gran belleza llamó Porto Bello (puerto bello en italiano), hoy es la ciudad de Portobelo. La primera ciudad fundada en Tierra Firme del continente americano, con permanencia de habitantes, fue fundada por Vasco Núñez de Balboa en 1510: se llamó Santa María la Antigua del Darién, capital del territorio de Castilla de Oro. Pocos años después del traslado de la capital a las costas del Pacífico, en el año 1524 la ciudad fue asaltada y quemada por los indígenas.


En 1513, Vasco Núñez de Balboa emprende la conquista de los territorios de los caciques Careta, Ponca y Comagre, donde escucha por primera vez de la existencia de otro mar por parte de Indígena Panquiaco, así que rápidamente organiza una expedición y el día 25 de septiembre, adelantándose al resto de lo expedición observa por vez primera vez desde una montaña las aguas de un nuevo mar. Cuando la expedición llega a las playas, Núñez de Balboa entró a las aguas hasta el nivel de las rodillas y tomó posesión del que llamó Mar del Sur (por el recorrido que tomó la exploración por el istmo rumbo al sur) en nombre de los soberanos de Castilla. Hoy es el Océano Pacífico.


Como dato curioso en estos tiempos en que tantos se afanan en cambiar la historia del mundo a su gusto, en Panamá se han erigido monumentos, bautizado parques y avenidas con su nombre, la moneda oficial se denomina Balboa, apareciendo su rostro en el anverso de algunas monedas, incluso Balboa es la cerveza más popular. Incluso el principal puerto en el Pacífico del Canal de Panamá lleva su nombre y la máxima condecoración otorgada por el Gobierno a personajes destacados es la Orden de Vasco Núñez de Balboa. Panamá es el único país de América Latina que honra la memoria de un conquistador español a tan alto nivel.


Sigamos. En agosto de 1519 Pedro Arias Ávila y 100 españoles fundaron el primer asentamiento europeo permanente en el Océano Pacífico, con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá. El nombre Panamá viene de la españolización del término nativo que significa "abundancia de peces". Desde este lugar partieron las expediciones que conquistaron el Imperio inca del Perú en 1532 y fue escala de una de las más importantes rutas comerciales del continente americano, por donde pasaba la mayor parte del oro y la plata extraída de las minas que los españoles explotaban en América. La ciudad sufrió incendios, terremotos y ataques de piratas, el mayor de ellos por el pirata británico Henry Morgan en 1671, que se quedó un mes y saqueó la ciudad hasta que los propios españoles por orden del gobernador destruyeron la ciudad al volar los depósitos de explosivos. Hoy se conservan las ruinas llamadas Panamá La Vieja. En busca de una nueva ubicación, que permitiera la construcción de un mejor sistema defensivo, la ciudad fue trasladada en 1673 por Antonio Fernández de Córdoba, a una península 8 km más al suroeste, en lo que hoy es considerado el Casco Antiguo de la Ciudad de Panamá.


Y listo, ya sabiendo algo más, nos vamos a conocer esta ciudad Centroamericana que nos sorprendió gratamente. Esta fue nuestra ruta:


Panamá la Vieja


Como amantes de la historia por supuesto empezamos por las ruinas de la primera ciudad, hoy un parque arqueológico declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. El recorrido sobre el trazado original incluye las ruinas de la Catedral, dos conventos, el Cabildo, el antiguo Aljibe. Podemos visitar el Museo del Sitio de la Plaza Mayor, con varias salas para conocer la historia del lugar.


Ciudad Colonial Antigua


También declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es la típica ciudad colonial, tan bellamente conservada que es una delicia pasear por sus calles y plazas, admirando sus antiguas casas, muchas de ellas convertidas en pequeños hoteles, restaurantes, bares y tiendas de artesanías, incluidos los famosos vestidos bordados. Puedes visitar la Catedral Basílica Santa María la Antigua, construida entre 1688 a 1796; y varias iglesias coloniales, entre las que destacan la iglesia de San José, construida entre 1671 y 1677, famosa por altar barroco labrado en caoba y cubierto en pan de oro, y la Iglesia de la Merced, la única que conserva la fachada original de su primera construcción en la vieja ciudad. En sus calles te encontrarás con las ruinas de los Conventos de la Compañía de Jesús y el de Santo Domingo (tan de moda que están las fotos de ruinas). Frente al Casco Antiguo está una avenida que entra al mar llamada Cinta Costera, ideal para pasear mientras disfrutas un “raspado”, helados hechos con hielo rallado, y admiras los rascacielos de la Panamá moderna.

Causeway o Calzada de Amador


Es una avenida bordeada por el océano a ambos lados, y que desde tierra firme une cuatro pequeñas islas en la Bahía de Panamá. Con caminerías llenas de vegetación, para pasear mientras disfrutas de las vistas del Océano Pacífico, por un lado, los barcos que esperan permiso para realizar el tránsito por el canal de Panamá y el Puente de las Américas, y por el otro costado, el perfil de la moderna ciudad. Al principio de la Calzada está el Biomuseo o Museo de la Diversidad Biológica, moderno y colorido edificio del arquitecto Frank Gehry, en su primera incursión en América Latina. Al final de la Calzada, zona también residencial, podemos encontrar el Yatch Club, centros comerciales pequeños y restaurantes que ofrecen gastronomía panameña para disfrutar frente al mar. Eso fue lo que hicimos porque ya era el mediodía y con el calor aprovechamos para probar la famosa cerveza Balboa. Vaya acierto, no dejen de ir.


El Canal de Panamá, la joya de la ciudad


Una de las siete maravillas del mundo moderno, fue construido para reducir el tiempo de viaje del comercio internacional entre el Pacífico y el Mar Caribe. Fue inaugurado en 1914 y estuvo bajo al administración de los Estados Unidos hasta 1999, cuando pasó a la manos del gobierno de Panamá. Utiliza un sistema de esclusas para elevar y descender los barcos a la altura del Canal y cada barco tarda entre 8 y 10 horas en atravesarlo, pagando entre 90.000 y 800.000 dólares. Según el tiempo de tu escala tienes que priorizar tus preferencias. Nosotros primero quisimos conocer la parte histórica de la ciudad y cuando llegamos al Centro de Visitantes de Miraflores, con su museo, video y terraza para ver los barcos pasar y las esclusas funcionar, ya no nos daba tiempo porque todo el recorrido son 2 horas (consejo: reserva antes de ir para poder entrar más rápido). Revisando el mapa de la ciudad, conseguimos un Mirador en la Esclusa de San Miguel, unos diez minutos desde la de Miraflores, y hasta allí nos fuimos. Pudimos ver muy bien un carguero pasar y ver como entraba en la esclusa y poco a poco descendía para salvar el desnivel.


Para un primer contacto con el Canal (y con la ciudad) fue suficiente y salimos corriendo para el aeropuerto. Cansados pero felices de haber aprovechado el día y haber tenido un primer contacto con esta linda ciudad a la que tendremos que volver y dedicarle varios días. Como siempre digo… ¡Volveremos!



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